Mi manicurista es una joven universitaria que
trabaja para pagarse sus estudios, no es muy consentidora en su trato pero me
cae bien por que no pierde el tiempo, no anda con rodeos y es autentica.
Me gusta como trabaja y aborda la situación yo confió en sus decisiones.
Su gusto en colores me agrada, nunca me pregunta como quiero las uñas o
que color se me antoja, ella simplemente decide por mi, hace lo que tiene que hacer sin perder tiempo, corta, limpia, lima y pinta mis uñas profesionalmente.
Nuestras conversaciones son cortas y al grano sin
variar mucho de temas, sus preguntas son:
- Hola, como esta?
- Va a hacer algo especial esta semana?
- Paga con tarjeta, verdad?
Hasta
que un día se sintió mas platicadora y de la nada me preguntó:
- Y Cuantos años lleva de casada?
- 26, respondí.
- Huuy!! mas que yo de nacida, fue su respuesta inmediata.
Me quede estática por unos segundos pues fue una
manera repentina y graciosa de decirme vieja y me di cuenta que ella se
sintió incomoda por parecer impertinente pero la verdad es que su impulsividad me causo gran carcajada que pasó por alto su impertinencia.
Esto aligeró las cosas en el ambiente y al verme reír la chica se
tranquilizo, rió y continuó con mis uñas, al terminar pagué la cuenta y
le di propina.
Antes de salir le pregunte:
- Y tu cuantos años tienes?
- 20, respondió
- Bueno (le dije) no importa que edad tienes, que con las agallas y
chispa que portas vas a llegar muy lejos cuando acabes la universidad.
Y así nos despedimos las dos muy risueñas y yo tomando mi bolso pensando que si hubiera sido otra chica la que me hubiera
hecho ese cometario no me hubiera gustado ni reído tanto.